A un paso de las Olimpiadas que se celebrarán este verano en la capital inglesa, ha comenzado una competición paralela por ver quién viste más y mejor a los atletas que van a convertir a Londres, además de en Sede de los Juegos, en una pasarela esta vez sí, internacional.
Ralph Lauren, Stella McCartney, Giorgio Armani o Prada son algunos nombres que han presentado ya oficialmente su colaboración.
Es cierto que no se trata de un fenómeno del todo nuevo. No me refiero a la colaboración atleta-Moda, sino a la de las grandes Casas con empresas estratégicas de carácter nacional. Como no podía ser de otra manera, Francia es el mejor ejemplo como representante emblemática de la Moda. Las azafatas de Air France han tenido siempre el privilegio de ser vestidas por los grandes nombres del mundo de la Costura, desde Georgette Renal hasta Christian Lacroix, pasando por Dior, Balenciaga, patoru, Carven, Ricci o Grès. Y la fiebre se contagió a otros países. En 1965 Emilio Pucci diseñó los uniformes de las azafatas de la americana Braniff Air. En los setenta el español Elio Bernhayer hizo otro tanto para Iberia, Aviaco y Transmediterránea; y una década después Armani diseño los uniformes de Alitalia.
Pero en un mercado cada vez más competitivo y globalizado en el que la necesidad de comunicación se vuelve planetaria, todo gran evento se convierte en un excelente escaparate de moda que multiplica el número de espectadores hasta límites inimaginables hace tan solo dos décadas. Y qué mejor acontecimiento que unos Juegos Olímpicos, ahora que los atletas hacen campañas publicitarias de todo tipo y se declaran adeptos a las tendencias. Ralph Lauren ha sido el primero que ha sabido aprovechar esta magnífica alfombra roja, dando a su famoso caballo un aire patriótico en los Juegos Olímpicos de China en 2008 y en los de invierno en Vancouver en 2010.
Vancouver dio mucho de sí en lo que a Moda se refiere, con diseñadores como Vera Wang vistiendo a la patinadora Nancy Kerrigan, o Christian Lacroix a Surya Bonaly.
Ahora, Londres se anuncia como la consagración definitiva de la tendencia. Con una audiencia que debería superar con creces los 4.400 millones de telespectadores de China en 2008, las ceremonias de inauguración y de clausura de los Juegos son la mejor publicidad que ningún diseñador pudiera soñad y una puerta abierta para la ampliación de sus ramas de negocio hacia nuevos horizontes deportivos. Porque los atletas son jóvenes, guapos, se interesan por la moda y no presentan ninguno de los inconvenientes de las celebrities del cine y de la televisión. Ya lo ha dicho Donna Karan, "Poseen la mejor forma física. Tienen estilo, gracia y una gran energía".
En un mundo que proclama, aunque solo sea formalmente, su preocupación por la vida sana, la solidaridad, la filantropía y el medio ambiente, la vinculación al mundo deportivo es un palmarés adicional. Armani dixit: "Compromiso, entrega y sacrificio son valores importantes y son la clave del deporte y del ideal Olímpico", para a continuación pronosticar "Estos serán los Juegos Olímpicos más a la moda que jamás hayan existido".